“Nuestros escritores, artistas y
filósofos contemporáneos no son apreciablemente más efectivos que los de la
edad de oro griega, pero el estudiante medio de bachillerato entiende mucho más
de la naturaleza que el más destacado científico griego” (Skinner, 1981, p.
42).
“Científica
= Contrastable & compatible con el grueso del conocimiento. La línea
que divide a las hipótesis y teorías científicas de las no científicas no es,
pues, la contrastabilidad por sí sola, sino la contrastabilidad unida a la
compatibilidad con el grueso del conocimiento científico. Creo que este es uno
de los resultados más importantes de la metodología científica reciente. Tiene
importancia no sólo teórica sino también práctica porque, al permitiros
distinguir la ciencia de la no ciencia, nos da un criterio para evaluar
proyectos de investigación y, con ello, un criterio para saber si o no
apoyarlos. Esto demuestra una vez más que es indispensable que quienes diseñan
e implementan políticas científicas sepan algo de epistemología” (Bunge, 2013,
p. 39).
Mucho me temo que la cita de Skinner se
aplique también a la psicología en el su estado actual, y son distinto los
factores que aunque no son nuevos, con el paso del tiempo más que disiparse, se
han acentuado, por ejemplo: 1) la familiaridad con el tema, induce a que
quienes estudian psicología consideren que sus problemas son asunto de sentido
común, y que sólo se requiere establecer una taxonomía de lo psicológico,
agrupando por nombres un grupo de características tal como lo hace el DSMV, y
que una vez hecho esto, los fenómenos psicológicos quedan explicados, pues
resulta fácil hacer corresponder nombres o categoría diagnostica con tipos de
conducta. Otras veces, ciertas taxonomías posan de científicas por el hecho de
tener una tradición histórica como es el caso de categorías como sensación,
percepción, motivación, pensamiento, memoria y lenguaje, sin que previamente se
haya hecho un análisis que se pregunte si tales clasificaciones son coherentes
con una definición de lo psicológico. En casos como estos, se olvida por
completo la discusión epistemológica y que pudiera ayudar en la comprensión de
la realidad psicológica, es como si la discusión epistemológica se hubiera
estancado en el racionalismo y el empirismo.
2) Otro de los factores que han alejado
a la psicología de la ciencia, corresponde a la “huida del laboratorio”.
Skinner ya se había referido a este punto, y sin embargo, esto en vez de
mejorar, ha más bien empeorado, los estudiantes de psicología, ya sea, desde el
pregrado o desde sus maestrías, e incluso en su formación de doctorado,
prefieren hacer trabajos de grado que usen más bien la estadística o la
psicometría más que una estrategia de laboratorio; prefieren la psicología
etnológica de Wundt, con el resultado, que muchos de estos trabajos resultan en
seudoexperimentos, pues adolecen de =
Contrastable & compatible con el grueso del conocimiento, de la
que habla Bunge. Cuando se examinan
muchos de estos trabajos, incluso publicados en revistas científicas, no se
encuentra la teoría psicológica explícita desde donde se derivan tales
trabajos, y mucho menos se explicitan las leyes, ni los mecanismos causales que
explique el fenómeno que se investigó.
3) Contribuyen también a este
distanciamiento de la psicología de la ciencia, el cambio en la misión de la
Universidad moderna, que abandono su interés por el conocimiento y centra ahora
su misión en la producción del conocimiento como un bien sujeto a las leyes del
mercado. Se trata de lo que actualmente se conoce como universidad finalizada,
es decir, se trata de una institución que se dedica, como otras muchas
empresas, a la producción de bienes y servicios, solo que tiene la
característica de bienes de conocimiento. Solo interesa investigar para
aquellos productos que tengan un mercado asegurado, y por supuesto pago por
empresas privadas.
4) Unido al punto anterior están los
currículos mediante los cuales se forman a los futuros psicólogos, y de los
cuales han desaparecido toda referencia al conocimiento como un modo de
comprensión de la realidad, las discusiones epistemológicas prácticamente han
desaparecido de los programas, igual sucede con las matemáticas y la lógica
como disciplinas, éstas, se han remplazado por matemáticas aplicadas como los
cursos de estadística (con la consecuencia que ni se entiende la estadística ni
se sabe matemáticas), o se han remplazado por cursos de uso de aparatos de
computador, (sería útil, que más que el uso comercial de estos aparatos, se
presentarán como un mecanismo integrados a los medios científicos, al modo del
microscopio, o el telescopio por nombrar algunos) y que decir de las
actividades de laboratorio, que con el argumento de sus costos, prácticamente
han desaparecido como estrategia didáctica, o se ha remplazado por programas
virtuales (es como si un biólogo, en vez de llevar sus fenómenos a la situación
de laboratorio, se le pasara una película de los paisajes de la tierra).
5) Un factor más, se relaciona con los
“encargos” que a la psicología se le hacen desde distintos ámbitos sociales. Estos
encargos se han institucionalizado como oficios, sólo hay que poner el rótulo
“especialidad psicológica” sin importar si tiene alguna fundamentación en la
teoría psicológica, y entonces se responde al pedido social, no desde la
psicología como disciplina científica, sino desde la psicología como arte
práctico u oficio. Seria pertinente examinar las especializaciones y las
maestrías en psicología pare ver su conexión entre lo disciplinar y la
formación que se ofrece, seguramente, este análisis nos mostrará una oferta de
artes prácticas y un distanciamiento de la psicología como disciplina
científica.
Para terminar, parafraseando a Bunge,
seria oportuno que si la psicología quiere cumplir su ideal de ser una ciencia,
debe formar a sus futuros miembros con la lógica de la ciencia, asumir una
filosofía de la ciencia que permita y facilite el desarrollo científico, esto
mismo le ayudaría a combatir los seudoexperimentos que tanto abundan hoy y con
los que se gradúan incluso doctores.
Tiberio Pérez Manrique
Referencias
Bunge, M.
(2013). Epistemología (4ª ed.).
México, siglo XXI editores.
Skinner, B. F.
(1981). Ciencia y conducta humana.
Barcelona, Fontanella, S.A.
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