miércoles, 9 de julio de 2014

La dispersión de la Psicología: ¿Una amenaza a la disciplina o una característica connatural?

“Where this will lead, whether to the dismemberment of psychology (long since  predicted by Dunlap, 1938, and others) or to a revivification of psychology, we cannot  yet say.” (Leary, 1990, p. 22).


William James (1892) se planteó la necesidad de hacer de la psicología una ciencia natural, cuyos objetivos fueran comunes con los de las demás ciencias ya establecidas; como la física o la biología prototipos de ciencia para esta fecha. Se quejó de la psicología, considerando que ésta sólo era un conjunto de descripciones fenoménicas, chisme y mitos. Observaciones similares a las de James, se han seguido escuchando en tiempos reciente, por ejemplo Skinner comentó, que un estudiante de bachillerato sabe actualmente más de la naturaleza que lo que pudiera saber el más destacado científico griego, y se queja de que no ocurre lo mismo con la psicología; si Aristóteles leyera un libro actual de psicología, no tendría mayores problemas en comprenderlo.
Es urgente que la psicología en su pretensión de ser una ciencia productiva resuelva aspectos como los siguientes: necesita revisar su credibilidad, establecer criterios mediante los cuales pueda alcanzar su coherencia interna (en lo disciplinar y en lo profesional) y en especial, debe poner atención al análisis conceptual, para eliminar la ambigüedad conceptual que la caracteriza hoy.  ¿O tendremos que convivir con la ambigüedad?
Psicólogos como Machado y et al. (2000), consideran que la psicología tiene un grave problema de credibilidad, porque ha prometido más de lo que realmente ha dado. Igualmente, consideran que si la ciencia se caracteriza por sus realizaciones más que por su método, entonces la psicología no ha cumplido con la promesa de ser una ciencia. Schlinger (2004) sugiere, que el problema de credibilidad radica en que la psicología ha producido muy pocos descubrimientos, y que esto es así, porque continúa usando conceptos que no le han permitido dar explicaciones satisfactorias para los hechos que pretende explicar,  resultado del y énfasis en el uso de conceptos referidos a una conceptualización pre-científica de lo psicológico, tales como el uso de términos ontológicos de carácter mentalista, con los que especularon los filósofos cuando hablaban de lo psicológico. Pero también debido al uso de un lenguaje de objetes, el que parece no ser adecuado para tratar con lo psicológico, ni conceptualmente ni metodológicamente (e.g., en lo metodológico obliga al científico a buscar un objeto psicológico de dimensión espacial, dando origen a controversias de lo observable o no de los fenómenos psicológicos).
Un aspecto que es necesario hacer visible, se relaciona con el hecho de que las explicaciones y conceptos psicológicos no han superado las explicaciones nominalistas medievales, que confundieron la descripción y las explicaciones que se dan de la realidad con la cosa descrita, e.g., se dice o describe la conducta de una persona con conceptos de inteligencia, habilidad, agresión y ahora entonces se da por supuesto que la inteligencia y demás, existen como una propiedad de la cosa descrita; es como si por el hecho de describir un objeto en términos matemáticos el objeto ahora tuviera propiedades matemáticas, se sabe que existen los objetos matemáticas con sus respectivas propiedades y por esto hay una ciencia de las matemáticas.
El uso de estos términos en la psicología le ha impedido también establecer una relación  más productiva con otras ciencias. Estos usos conceptuales se han convertido en un obstáculo para el desarrollo de un método que le permita a la psicología sistematizar sus datos de una manera más efectiva, y ante la falta de una metodología propia, ésta se ha remplazado por las inferencias estadísticas. Como resultado de todo esto, la psicología carece de cohesión entre sus distintas especialidades; es más, cada una de ellas parece tener un objeto distinto y en muchas ocasiones, las estrategias de abordaje son inconmensurables. Aunque algunos como Viney (1996) no le ven mayor problema a la falta de cohesión de las especialidades, pues argumentan que esto mismo sucede con otras disciplinas, sin embargo es necesario aclarar que una cosa es la división del trabajo y otra cosa es la fragmentación disciplinar; aunque, si bien es cierto que hoy la ciencia misma ha generado unos criterios de validez científica transdisciplinar o profesional, solamente su unidad disciplinar permite comprender y dar significado al conjunto de fenómenos que identifica a cada disciplina, e igualmente sólo la identidad disciplinar permitirá una práctica profesional coherente.
La fragmentación de la psicología se origina desde el momento mismo en que se definió a la psicología como el estudio de la experiencia, la consciencia, el inconsciente, la mente, la conducta y no se establecieron los criterios de delimitación de cada uno de estos objetos, como tampoco se establecieron la diferencias conceptuales que pudieran existir entre cada una de ellas. Es este, uno de los problemas a resolver de forma inmediata.
Es curioso, que los libros de psicología general den por hecho que los objetivos de la psicología como disciplina sean el de explicar o comprender, predecir y controlar la conducta, pero no precisen de igual forma los objetivos cuando se refieren a la psicología como una ciencia de la mente.
Los griegos, con el propósito de orientar las acciones humanas, desarrollaron la psicología como un área de conocimiento y  se le encargó de esta materia. Así mismo, entendieron que una apropiada orientación de la acción dependía de su conocimiento y de su comprensión. En este orden hoy, la comunidad de psicólogos parece concluir que no es ni práctico ni conveniente ponerle fines absolutos al hombre, o tener una descripción final y absoluta de la naturaleza humana. Ha entendido también que la comprensión de la naturaleza humana se circunscribe a modos y criterios que se han desarrollado en la historia sociocultural del hombre. En esta historia, tal vez se ha perdido de vista que si bien los fines son diversos, distintos para cada individuo y para los distintos contextos culturales, los modos de comprensión por su naturaleza convencional pretenden tener un carácter universal, como puede ser una ecuación matemática, que si bien no es aplicable a todo objeto, su lógica sí se puede comprender universalmente.
Tiberio Pérez Manrique
Referencias

Dunlap, K. (1938). The impeding dismemberment of psychology. Unpublished manuscript,           Knight Dunlap Papers, Box M570.2, Archives of the History of American  Psychology, Akron, OH.

James, W. (1892). Psychology: A briefer course. Nueva York: Longmans. Green.

Leary, D. E. (1990). Metaphors in the history of  psychology. New York: Cambridge University Press.
Machado, A., Laurenco, O. & Silva, F. J. (2000). Facts, concepts, and theories: The shape of psychology’s episteme triangle. Behavior and Philosophy, 28, 1-40.

Schlinger, H.D. (2004). Why psychology hasn’t kept its promises. The Journal of Mind and Behavior25, 123–142.

Viney, W. (1996). Disunity in psychology and other sciences: The network or the block universe? The Journal of Mind and Behavior, 17, 31– 44.