sábado, 22 de octubre de 2011

Avances en Análisis del Comportamiento


Una disciplina avanza, porque se establecen formas más efectivas de hablar de los fenómenos bajo estudio; es decir, cuando se cuenta con formas menos ambiguas de describir los diversos fenómenos de los que se encarga, lo que a su vez conduce a unas prácticas científicas más efectivas. En psicología, dada su ambigüedad conceptual, unas prácticas verbales menos ambiguas, sin duda representan un avance hacia la construcción de la psicología como disciplina científica. En el desarrollo de las ciencias, se encuentran ejemplos de este patrón, por ejemplo, Ulises Aldrovandi (1522 – 1605), en su “Historia Natural de Serpientes y Dragones,” hace una descripción de estos animales con un lenguaje de uso en los mitos, en ocasiones mezclado con descripciones que usan un lenguaje establecido en la Historia Natural; que era como se le conocía a la biología de hoy (ej., se describían sus características, cría, sinonimia, temperamento, anatomía, naturaleza, costumbres, animales fabulosos, antipatía, simpatía). Cuando se observa hoy la dispersión de datos que se obtienen sobre algún tópico, no parece que sea diferente de las narraciones de Aldrovandi. Las cosas cambiaron con la propuesta de Carlos Linneo, quien propuso ordenar los datos de los animales bajo unas pocas categorías (claro, estableciendo los criterios de inclusión en la categoría); nombre, género, especie, atributos y usos. Sin duda, el contar con una taxonomía para los animales y plantas representó un gran avance para la biología y facilitó tanto el trabajo analítico como la investigación, y seguramente esto le permitió a Darwin la visualización de la teoría de la evolución por selección natural.
Los filósofos de la ciencia se han referido al desarrollo de la ciencia en términos de la tensión que se establece entre lo analítico y lo empírico. Y desde el análisis del comportamiento, esto sucede porque siendo las categorías analíticas modos convencionales de interactuar con los distintos objetos estimulares, estas categorías resultan vacías, cuando son poco efectivas, pertinentes, congruentes o incoherentes frente a otras categorías de la misma disciplina o con respecto a categorías de otras disciplinas.
Producto de la superación de estas tensiones, el análisis del comportamiento, ha alcanzado los siguientes desarrollos:

1.    Se ha definido con más amplitud y con mayor identidad lo psicológico, o más bien, se ha recuperado la versión aristotélica de lo psicológico. Para Aristóteles lo psicológico correspondía a la propiedad interactiva de los seres vivos, (no confundir interacción con movimiento como traslación, que fue como se entendió la conducta dentro del modelo mecanicista), Para él, no era posible pensar en acciones como ver, oír, sentir, como un accidente que sufre una sustancia.
2.    El punto anterior condujo a precisar los aspectos empíricos así: lo que hace el organismo en la interacción, se definió como morfología (respuesta) y con lo que se interactúa se delimitó como función de estímulo.
3.    Las distintas interacciones que mantiene un organismo con su ambiente se clasificaron en términos de la naturaleza de la interacción, interacciones con objetos estimulares fisicoquímicos, interacciones con las morfologías de otro organismo o del propio organismo.
4.    Para el caso de los humanos, se trajo a primer plano de interés de la investigación psicológica, las morfologías convencionales, éstas se entendieron como el aspecto central de los llamados eventos mentales. Principalmente, en lo relacionado con el conocimiento. Si bien las morfologías convencionales se materializan en un estructura biológica, estas trascienden lo estructural, y lo situacional, por lo que permiten las interacciones consigo mismo; tal vez por esto se confunden las palabras con las cosas, o se habla de los “símbolos” como cosas mágicas.
5.    Con los conceptos de “campo psicológico”, las interacciones se estructuraron en un contexto de relaciones micro y macro contingenciales (estados psicológicos).
6.    El punto anterior también ha dado lugar a una discusión interesante, relacionada con que si bien, las morfologías ocupan un espacio y un tiempo, de las funciones conductuales no se puede predecir ocurrencias (en tiempo y espacio), pues se trata de delimitaciones analíticas que trascienden lo empírico.  
7.    En lo metodológico, el énfasis en lo organísmico del sujeto experimental, se trasladó a las condiciones de ajuste, a los sistemas contingenciales y a las condiciones disposicionales que actualizan situacionalmente y empíricamente las distintas funciones.
8.    Obviamente, todos los elementos anteriores, tendrán y empiezan a tener distintas implicaciones en las distintas prácticas sociales e indudablemente, permitirán una inserción más productiva en el contexto de las ciencias.
Quienes no se dedican al análisis crítico de los productos de conocimiento, pueden pensar que en disciplinas como la psicología las cosas no cambian, que debemos resignarnos a que otras disciplina como la biología definan nuestro quehacer y nuestra identidad.
Tiberio Pérez Manrique

lunes, 10 de octubre de 2011

El Análisis del Comportamiento – Paradojas Epistemológicas


“El barbero de Sevilla afeita a todos los de su pueblo que no se afeitan a sí mismos”

         La filosofía y la epistemología toman para sus análisis los objetos de conocimiento ya realizados. A partir de ellos, elaboran diferentes descripciones mediante las cuales caracterizan dichos objetos, estas descripciones se realizan mediante conceptos y categorías analíticas que los filósofos y la epistemólogos, como comunidades, han venido desarrollando para hacer significativo su trabajo; categorías tales como ontología, racionalismo, empirismo, ética, estética u otras constituyen un ejemplo de categorías usadas para caracterizar las distintas actividades humanas.
Los análisis filosóficos y epistemológicos se realizan principalmente para establecer la consistencia y la coherencia de las categorías y los conceptos con los que describen los objetos bajo su análisis. Para usar las categorías propuestas en “teoría de la conducta” por Ribes y López, el trabajo del filósofo tiene como dato de análisis, las funciones verbales sustitutivas no referenciales y el alcance de dicho análisis no va más allá que el de hacer visible las consistencias, inconsistencia, coherencias o incoherencias presentes en dichos productos. Pretender usar estas categorías de análisis como prescripciones para realizar el trabajo científico, es violentar los límites del lenguajes.
Los trabajos que los filósofos y epistemólogos han tomado para el análisis del conocimiento científico, se relacionan principalmente con la teoría de la relatividad y la teoría de la evolución por selección natural, y este tipo de análisis es útil a estas ciencias en la medida en que les refleja las inconsistencias e incoherencias que se puedan presentar en las categorías que usan para describir su objeto. Ahora, si el análisis filosófico ayuda a mejorar el trabajo científico es otro asunto. Y más bien, cuando los análisis filosóficos y epistemológicos se usan como prescripciones, pueden convertirse en un obstáculo epistemológico.
Posiblemente, nadie discuta que el conocimiento comienza en la observación; entendida como respuesta diferencial dada a las condiciones estimulares de un objeto, pero lo que sí se discutirá será la forma de describir o categorizar dichas observaciones. El modo como se describa un conjunto de observaciones hará la diferencia respecto de la manera como el científico se aproxime a los objetos descritos.
Toda descripción parte de una mínima comprensión o significación de las observaciones. Comprensión que se origina en las prácticas sociales que mantiene una comunidad o, para usar los conceptos de Wittgenstein, en los “juegos de lenguaje” que practica dicha comunidad. Ahora, estos juegos tienen su comienzo en las interacciones sociales: Supongamos que dos niños están en el parque y en algún momento corren y se cogen y repiten esto varias veces, luego aparece un tercer niño y pregunta ¿a qué juegan?, los niños pueden responder – a correr y cogernos -, note que esto ya parece una “regla” y seguramente se pueden agregar otras pequeñas reglas que conducirá a formalizar un juego de niños, el “corre que te pillo”. Solo después de formalizar las interacciones como parte de un juego, cada uno de los elementos que componen las interacciones, adquieren significado. La idea de regla no hace referencia a ningún proceso cognoscitivo, es solo una descripción de las relaciones que organizan los distintos elementos del juego y que usa o establece medios convencionales.
Cuando se aplica este análisis a la comprensión del conocimiento científico, a los “juegos de las disciplinas científicas”, difícilmente se puede asumir que partan de cero comprensión de su materia; parten de juegos de la vida cotidiana, o juegos de disciplinas ya establecidas. La psicología es una de las disciplinas que si bien comenzó con Aristóteles, como un juego original (de cero), luego de la edad media, aceptó los juegos filosóficos y religiosos sobre los cuales levantarse como disciplina científica y más adelante también acepta el juego de la fisiología y en tiempos recientes, los juegos de las ciencias de la computación. Entonces no es de extrañar que desde otras disciplinas se le pregunte a la psicología ¿a qué juega?
Un auténtico juego de la psicología como disciplina científica, debe comenzar por describir las interacciones básicas con las cuales construir el significado y compresión de dicho juego. Sólo en la medida en que se practique el juego (en la investigación), lo psicológico tomará sentido y significado. No puede apelarse a ninguna pre-comprensión o pre-lógica para su constitución. Un juego, es precisamente la instauración de una lógica.
El barbero de Sevilla sí se afeita a sí mismo.

Tiberio Pérez M.