jueves, 10 de abril de 2014

Análisis del Comportamiento y la Calidad de la Educación

“…durante los pasados 30 años, yo he publicado 25 ensayos o capítulos de libros  sobre educación. ¿Qué probabilidades hay de que todavía diga algo que no he expresado ya”? (Skinner, 1991, p. 115).


La globalización, o mundialización de la cultura, ha impactado a todas las instituciones y especialmente, a las instituciones educativas en sus diferentes instancias y modalidades, en sus estructuras administrativas, en sus políticas, en sus currículos, en las formas de distribución de sus producciones y servicios, en sus alcances, en sus niveles de pertinencia (UNESCO, 1997).  En Colombia se han venido dando debates  intensos con respecto a estas temáticas, especialmente desde la universidad. Entendiendo que la universidad se enmarca dentro de lo que se conoce como un “bien público”. Bresser-Pereira y Cunill (1998),  delimitan el bien público, como aquello que se orienta hacia el interés general de los individuos y sus familias. Esta idea, aplicada al análisis de la educación, tiene su historia en Aristóteles (330 a. C./1996), quien se refiere a la educación en los siguientes términos: “… puesto que en todas las ciudades es uno el fin, es manifiesto que la educación debe ser una y la misma para todos los ciudadanos, y que  el cuidado de ella debe ser asunto de la comunidad y no de la iniciativa privada” (p. 225).
A riesgo de ser repetitivos, y dado que pareciera que todos los “males, carencias y limitaciones” que padecen los integrantes de una sociedad, se le achaca a la educación de mala calidad que estos han obtenido en su paso por la escuela, parece necesario entonces, delimitar las funciones y las responsabilidades que pueda tener un sistema educativo en la configuración de ciudadanos virtuosos, para usar los términos aristotélicos.
En la Grecia antigua, la escuela era el nombre que se usaba para referirse al lugar donde la gente se reunía para hablar y compartir sus experiencias. Y me parece que es pertinente recuperar esta historia, claro, poniendo al día el concepto, principalmente dándole un uso mas allá de su uso como charla cotidiana. Hoy, cuando vemos a unas personas charlando animadamente en una cafetería, no decimos que esto sea una escuela. Más bien, la escuela ha tomado el uso privilegiado y único,  de escenarios para la apropiación de experiencias y el análisis de su valor como praxis propiamente humana. Esta praxis es la que han dado origen a la cultura y se han formalizado en instituciones, entendiendo aquí lo institucional como los modos de relación, bien con lo fisicoquímico, bien con otros seres vivos e incluso con nosotros mismos, y que se mantienen como prácticas altamente valoradas porque al asumirse nos ha permitido una vida exitosa. Para los humanos, esta vida exitosa no sería posible sin el desarrollo de unas prácticas verbales que  coordinen los distintos modos de interacción; de otra forma como seria posible hacer cosas que nos parecen tan sencillas como cuando alguien dice –abre los ojos-
¿Cuáles han sido los aportes del Análisis de la Conducta a estas prácticas exitosas?
A continuación presentaré algunos aspectos que pueden resultar útiles cuando se habla de calidad de la educación.
1.     La escuela como escenario para el intercambio de experiencias: Quizá aquí esté uno de los mayores aportes y desarrollos del análisis de la conducta, principalmente a partir de haber asumido la propuesta de Wittgenstein, relacionada con los juegos de lenguaje, que alejó al análisis de la conducta de los tratamientos mentalistas que se le daban a temas como pensamiento y lenguaje, y a cambio, se traslado el problema al estudio de las practicas sociales. Se entendió por ejemplo, que comprender un asunto, va más allá de deletrear palabras, o que esto ocurre como un proceso “autista”; las palabras sólo son útiles, o dicen algo, si coordinan el hacer. Y por lo tanto el uso de un lenguaje tiene distintos alcances (juegos del lenguaje) en la medida que su uso permite diferentes haceres. El hablar que sucede en la escuela entonces es un hablar que tiene sentido al interior de una comunidad que cuenta con una práctica social regulada y que se constituye en su estándar de calidad (las comunidades científicas).
2.     En el punto anterior se habló de la escuela como episodios de habla, pero no se ha abordado el escenario como tal. En los tiempos de Aristóteles, no se había desarrollado el concepto de laboratorio. Pues bien, este no corresponde a algo distinto de las prácticas del habla, sólo que se trata de un “juego de lenguaje” altamente especializado, principalmente dispuesto para lo que hoy se conoce como innovación y creatividad. Esto implica que la creatividad y la innovación no es un sustantivo inherente a unos sujetos catalogados como “genios”. Mas bien, se trata de cambios planificados, es decir, se trata de establecer criterios de lo que es posible, tal vez por esto, la mayoría de lo que conocemos como leyes científicas resultaron de trabajos en escenarios de laboratorio. Por lo tanto, los laboratorios no pueden limitarse a meros ejercicios paradigmáticos, pues ellos deben responde  a delimitar -lo que es posible. Sin estos escenarios, tendríamos que conformarnos con la experiencia de la vida cotidiana y el “serendipity” como modos de actualizar las prácticas sociales. Por eso, el análisis de la conducta, no tendría mucho que decir si no fuera por el Análisis Experimental de la Conducta. En otro lugar he sugerido, que el análisis experimental de la conducta se parece un poco a la invención de una melodía, pues si bien el sonido es un hecho natural (al igual que la conducta). La integración de los sonidos en distintos ritmos, es un asunto que requiere de arreglos contingenciales.
3.     De los escenarios de la escuela a la vida cotidiana. Nuevamente, el análisis de la conducta ha aportado conceptualmente, de manera efectiva y amplia, a través de lo que se conoce como análisis conductual aplicado. Lo  que se hace en un escenario educativo sería de poco valor si se quedara solo allí. Esto es comparable al hecho de que aparezca en un organismo un rasgo que mejore su éxito reproductivo, si esto es así, es de esperar que este rasgo sea transferido a la mayoría de los miembros de la especie, es decir, el rasgo pasa a formar parte de la filogenia de la especie. Con la educación pasa lo mismo, solo que las prácticas de la escuela pasan a todo el grupo cultural a través de productos, servicios, modos de actividad, es decir como una forma de vida. Ahora, lo que ha sucedido es que hemos asumido la educación como entrenamiento en morfologías de la conducta (competencias). Y no hemos visto a la educación como parte de una práctica social, como un modo de vida, por lo general se asume que la educación finaliza cuando se termina la universidad o se obtiene un título.
4.     Finalmente, y para no extendernos, se puede decir que siendo la educación básicamente una práctica que toma forma como lenguaje, el lenguaje se constituye en la “moneda virtual”, diríamos hoy, de todo intercambio social y esto la enmarca en las relaciones de poder y se constituye en un acto moral y como tal de reflexión ética.
Tiberio Pérez Manrique
Referencias
Bresser-Pereira, L. C. & Cunill G. N. (1998). Entre el Estado y el mercado : lo público no estatal. En: Lo público no estatal en la reforma del Estado: Buenos Aires: Paidós, CLAD.
Skinner, B. F. (1991). El análisis de la conducta: Una visión retrospectiva. México, Limusa.
UNESCO. (1997). Learning: The treasure within. Report to UNESCO of the international commission  on education for twenty firs century. UNESCO PUBLISHING.