lunes, 10 de octubre de 2011

El Análisis del Comportamiento – Paradojas Epistemológicas


“El barbero de Sevilla afeita a todos los de su pueblo que no se afeitan a sí mismos”

         La filosofía y la epistemología toman para sus análisis los objetos de conocimiento ya realizados. A partir de ellos, elaboran diferentes descripciones mediante las cuales caracterizan dichos objetos, estas descripciones se realizan mediante conceptos y categorías analíticas que los filósofos y la epistemólogos, como comunidades, han venido desarrollando para hacer significativo su trabajo; categorías tales como ontología, racionalismo, empirismo, ética, estética u otras constituyen un ejemplo de categorías usadas para caracterizar las distintas actividades humanas.
Los análisis filosóficos y epistemológicos se realizan principalmente para establecer la consistencia y la coherencia de las categorías y los conceptos con los que describen los objetos bajo su análisis. Para usar las categorías propuestas en “teoría de la conducta” por Ribes y López, el trabajo del filósofo tiene como dato de análisis, las funciones verbales sustitutivas no referenciales y el alcance de dicho análisis no va más allá que el de hacer visible las consistencias, inconsistencia, coherencias o incoherencias presentes en dichos productos. Pretender usar estas categorías de análisis como prescripciones para realizar el trabajo científico, es violentar los límites del lenguajes.
Los trabajos que los filósofos y epistemólogos han tomado para el análisis del conocimiento científico, se relacionan principalmente con la teoría de la relatividad y la teoría de la evolución por selección natural, y este tipo de análisis es útil a estas ciencias en la medida en que les refleja las inconsistencias e incoherencias que se puedan presentar en las categorías que usan para describir su objeto. Ahora, si el análisis filosófico ayuda a mejorar el trabajo científico es otro asunto. Y más bien, cuando los análisis filosóficos y epistemológicos se usan como prescripciones, pueden convertirse en un obstáculo epistemológico.
Posiblemente, nadie discuta que el conocimiento comienza en la observación; entendida como respuesta diferencial dada a las condiciones estimulares de un objeto, pero lo que sí se discutirá será la forma de describir o categorizar dichas observaciones. El modo como se describa un conjunto de observaciones hará la diferencia respecto de la manera como el científico se aproxime a los objetos descritos.
Toda descripción parte de una mínima comprensión o significación de las observaciones. Comprensión que se origina en las prácticas sociales que mantiene una comunidad o, para usar los conceptos de Wittgenstein, en los “juegos de lenguaje” que practica dicha comunidad. Ahora, estos juegos tienen su comienzo en las interacciones sociales: Supongamos que dos niños están en el parque y en algún momento corren y se cogen y repiten esto varias veces, luego aparece un tercer niño y pregunta ¿a qué juegan?, los niños pueden responder – a correr y cogernos -, note que esto ya parece una “regla” y seguramente se pueden agregar otras pequeñas reglas que conducirá a formalizar un juego de niños, el “corre que te pillo”. Solo después de formalizar las interacciones como parte de un juego, cada uno de los elementos que componen las interacciones, adquieren significado. La idea de regla no hace referencia a ningún proceso cognoscitivo, es solo una descripción de las relaciones que organizan los distintos elementos del juego y que usa o establece medios convencionales.
Cuando se aplica este análisis a la comprensión del conocimiento científico, a los “juegos de las disciplinas científicas”, difícilmente se puede asumir que partan de cero comprensión de su materia; parten de juegos de la vida cotidiana, o juegos de disciplinas ya establecidas. La psicología es una de las disciplinas que si bien comenzó con Aristóteles, como un juego original (de cero), luego de la edad media, aceptó los juegos filosóficos y religiosos sobre los cuales levantarse como disciplina científica y más adelante también acepta el juego de la fisiología y en tiempos recientes, los juegos de las ciencias de la computación. Entonces no es de extrañar que desde otras disciplinas se le pregunte a la psicología ¿a qué juega?
Un auténtico juego de la psicología como disciplina científica, debe comenzar por describir las interacciones básicas con las cuales construir el significado y compresión de dicho juego. Sólo en la medida en que se practique el juego (en la investigación), lo psicológico tomará sentido y significado. No puede apelarse a ninguna pre-comprensión o pre-lógica para su constitución. Un juego, es precisamente la instauración de una lógica.
El barbero de Sevilla sí se afeita a sí mismo.

Tiberio Pérez M.

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