“Our basic claim is that
biological thinking about heredity and evolution is undergoing a revolutionary
change. What is emerging is a new synthesis, which challenges the gene-centered
version of neo-Darwinism…we will be arguing that: There is more to heredity
than genes” (Jablonka y Lamb, 2005).
Una de las mayores dificultades
conceptuales, por las que ha atravesado la psicología, continúa siendo la del
dualismo mente - cuerpo. Aunque este no ha sido un problema exclusivo de la
psicología, sí es en ésta en donde se ha resistido a una solución
científicamente productiva. Los psicólogos, y mucho menos la gente del común,
nunca han estado dispuestos a abandonar sus preciadas mentes. Muchas veces, categorías
analíticas, o campos de trabajo que en principio parecen distantes, han
encontrado formas de relacionarse de forma coherente; tal es el caso de la
geometría analítica (geometría y algebra), neo-Darwinismo (selección natural y
genética). Sin embargo, no es este el caso de uniones ilegitimas como cognitivo
– conductual, que más resulta ser una unión de conveniencia social que de
relaciones productivas, más bien constituyen una figura retórica conocida como oxímoron.
El problema de las relaciones mente-cuerpo,
parece continuar sin solución, no obstante que hace ya varios años Ryle (1949),
se refirió a éste, como un problema debido a un “error categorial”. Pero al
parecer, el constructo que la edad media hizo de lo psicológico, al
transformarlo en la idea de un alma trascendental, sirvió de base para toda una concepción de
naturaleza humana. De estudiar esta naturaleza humana se le encargaría luego a
la ciencia, a la psicología, y a la biología, principalmente. Las ciencias que
asumieron este encargo, también asumieron los supuestos metafísicos con los que
la religión había dotado a la naturaleza humana, como era la de que el hombre
traía ya impreso un destino, y el papel de la razón y del conocimiento era el
de descifrar tal destino. La biología es otra de las ciencias que asumió este
supuesto, al colocar en los genes la naturaleza humana; se trata ahora de leer
en los genes, ¿qué hay dispuesto en ellos para cada ser vivo? (Wilson, 1978;
Pinker. 1997).
Tal vez, en la biología, el
problema se originó, como dice Jablonka y Lamb, en el haber enfatizado que el
único producto de la selección natural es variabilidad genética. Y esto es así,
porque tampoco la biología pudo escapar a los constructos trascendentales, tan es
así, que se interpreto a la teoría de la evolución, como si la selección
operara para seleccionar organismos; a la manera que lo haría un entrenador de
futbol, que selecciona sólo individuos, sin tener en cuenta en dónde jugarían,
o como lo haría un seleccionador de caballos, quien no considera qué uso le
daría a los animales que seleccione.
Quizá es tiempo de recuperar las
ideas de Aristóteles, quien consideró que lo que hacia la distinción entre un
ser inerte y un ser vivo, era su posibilidad de entrar en relación - su
propiedad relacional -, como algo distinto de seres herméticamente cerrados.
Esto implica, que para hablar de adaptación, hay que hacer énfasis en el
aspecto relacional de los seres vivos y como tal, la unidad de análisis de lo
adaptativo debe ser las relaciones que los organismos establecen con el medio
ambiente, las cuales en su conjunto constituyen una forma de vida. La unidad de
análisis no debe ser una mente que interpreta el ambiente con el propósito de
adaptarse a éste, además porque las mentes como entidades cerradas no pueden
hacer ningún tipo de interpretación.
Sin embargo, habrá que
preguntar, ¿están los hombres dispuestos a desprenderse de su más preciado
valor, su mente? No parece, cómo dejar de hablar de las mentes superiores, de
las eminencias, de las mentes brillantes, a nombre de las cuales se ejerce
poder sobre otros, se legitiman absurdos. ¿Por qué estudiar miserables formas
de vida, si solo las mentes superiores serán seleccionadas?
Tiberio Pérez Manrique
Jablonka, E. & Lamb, M. J.
(2006). Evolution in four dimensions. Cambridge: The
MIT Press.
Pinker, S. (1997). How the mind works. New York: W.W. Norton &
Company.
Ryle, G. (1949). The concept of mind. New
York: Barnes & Noble.
Wilson, O. E. (1978). On human nature. Cambridge, Massachusetts:
Harvard University Press
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