domingo, 1 de abril de 2012

Comportamiento verbal, sus funciones éticas, y sus funciones ideológicas


“La ética, en la medida que surge del deseo de decir algo sobre el sentido último de la vida, sobre lo absolutamente bueno, lo absolutamente valioso, no puede ser una ciencia. Lo que dice la ética no añade nada, en ningún sentido, a nuestro conocimiento. Pero es un testimonio del espíritu humano…” (Wittgenstein, 1997, p. 43).
Wittgenstein, dice además, que cuando hablamos de “valores” lo que pretendemos es ir más allá de los límites del lenguaje. Ahora, lo que si sucede es que cuando hablo de algo valioso lo hablo en sentido relativo, es decir que lo hago con relación a algo o algún criterio, como cuando digo que esta marca de carros es buena, o que este es un buen jugador, o que su ayuda fue muy valiosa. Pero en casos como estos no se trata de una cualidad que trascienda la realidad, sino de algo que se puede contrastar.
Sin embargo en una cultura dualista, se pretende que lo valioso trascienda la realidad. Es decir, que se arremete contra los límites del lenguaje, siendo que éste no es más que una forma natural de relación con otros. Por ejemplo, cuando digo que la vida es valiosa, no es diferente de cuando digo que esta es una buena silla. Lo que se ha hecho aquí, es recuperar las funciones de la categoría analítica “bueno” o en términos de Wittgenstein, jugar el juego de lenguaje “bueno”.
En un episodio verbal, se distinguen, para asuntos analíticos, los siguientes elementos: el hablante -o referidor-, el escucha o referido- y el referente. El hablante y el escucha, se afectan o “comunican” bidireccionalmente mediante medios convencionales que se han establecido a través de una historia de relaciones. Aquí, una relación constituye el sentido de lo que se dice, o lo que conocemos como significado. Las formas de influencia se amplían cuando la interacción está mediada por el referente, puesto que el referente permite desligar la acción verbal de la situación y justamente el uso de referentes es el que posibilita la creación de entidades trascendentales como”: “cielo”, “infierno”, “bueno”, “malo”, “terrorista” u otros por el estilo.
Por ejemplo, cuando se dice que si alguien le causa la muerte a una persona, se irá al infierno, pretendemos influir en el otro mediante referentes, en este caso el  “infierno” y que en su forma no es diferente de “si tocas esta cuerda recibirás un choque eléctrico”. La diferencia radica en que la interacción con el choque eléctrico es una interacción “natural”, y que difiere de una interacción en la cual alguien “tortura” a otro usando choque eléctricos. Ésta forma de relación obedece a una forma convencionalizada, o formas de relaciones que un grupo de personas ha legitimado – a los malos se les debe tratar de esta forma-, pero como se dijo antes, los “malos” no es más que un uso relativo del lenguaje, y que para el caso no es más que un discurso que violenta los límites del lenguaje, con el agravante que empodera a los usuarios del discurso “a los malos se le debe tratar de esta forma” y que tradicionalmente se conoce como discursos ideológicos. Es decir, que son discursos que desde ellos mismos se consideran los más “valiosos”.
Tiberio Pérez Manrique
Referencias
Wittgenstein, L. (1997). Conferencia sobre ética. Barcelona: Paidós

No hay comentarios.:

Publicar un comentario