viernes, 4 de noviembre de 2011

Análisis del comportamiento y psicología del desarrollo


Dar cuenta de las actividades cotidianas de los seres vivos, y con particular atención, de las del hombre, es el reto de la psicología. “Pocas cosas hay tan conocidas como la conducta humana. Siempre se está en presencia de al menos alguien que manifiesta cierto tipo de la misma.  Del mismo modo, pocas cosas son tan importantes como la conducta propia o la de los demás” (Skinner, 1991, p.83 – traducción española). Los humanos, comen, caminan, duermen, cantan, leen, escriben, bailan, hacen el amor, en fin, se dedican a una variedad de actividades que con razón Jesús Conill, se refiere a todo esto en términos del “enigma del animal fantástico”. Es decir, para una persona desprevenida, todo este hacer de los seres vivos parece incomprensible y se ve como un asunto de magia. Pero quienes se dedican a la ciencia no descansarán hasta responderse una serie de preguntas, tales como: ¿cuál es el origen de estas actividades?, ¿qué condiciones las actualizan o las determinan en el presente?, ¿cómo cambian o, se pueden cambiar?
Las preguntas anteriores, han configurado una temática conocida como Psicología del Desarrollo. Sin embargo, ha resultado una ardua tarea, encontrar categorías analíticas, precisas, sin mayor ambigüedad, que faciliten un tratamiento empírico que permitan responder y hacerlas comprensibles. Las categorías que se han usado se entrecruzan unas con otras, por ejemplo, desarrollo, se cruza con maduración, con historia y con evolución.
La estrategia del análisis del comportamiento consiste en delimitar la naturaleza de lo que se desarrolla, partiendo de una definición fundacional o raíz de lo psicológico – La interacción del organismo con el medio ambiente-. El Análisis del Comportamiento asume la propuesta de Aristóteles de lo psicológico como inter-actividad; característica ésta que hace la distinción entre lo vivo y lo inerte. Y para su precisión empírica, se delimitan las “variables”, esto es, los objetos estimulares y las morfologías o reactividades del organismo. Ahora, el reto es poder, mediante estos pocos elementos, dar cuenta de la actividad entera de un organismo, dentro de un marco comprensible. La preocupación por presentar de manera integral lo psicológico ha estado presente en las distintas aproximaciones psicológicas, por ejemplo, en la Gestalt, en la idea de un “yo”, en William James, quien decía que lo psicológico no ocurría por pedazos.
El Análisis de la Conducta se aproxima a una visión integral de lo psicológico, mediante la idea de desarrollo de las funciones conductuales. El análisis de la conducta, entiende por ejemplo, que toda función psicológica es en principio actividad bilógica, pero la trasciende; se entiende que para ver, se requiere de una estructura – los ojos – pero ver es más que esto, implica hacer contacto con ciertas condiciones estimulares (longitud de onda). También se debe entender que ver no implica una conexión automática o mecánica entre condiciones estimulares y reactividades biológicas, dado que una de las características de la inter-actividad es su carácter de episódico, lo que a su vez permite diferentes posibilidades relacionales (o combinaciones entre condiciones de estímulo y morfologías). Esto que parece simple, permite establecer relaciones de diferentes morfologías con una misma condición de estímulo, por ejemplo, cuando veo una luz verde, puedo ante esa condición de estímulo hacer un dibujo verde, responder mediante una morfología convencional, de tipo verbal – “esto es de color verde”, y hacer comparaciones, o lo que se conoce como tareas de igualación a la muestra. A esta característica de permutabilidad de las funciones de respuesta y las funciones de estímulo la llamó Ribes “desligamiento funcional”. Hasta aquí entonces podemos rastrear el origen de las funciones psicológicas.
Ahora, ¿cómo dar  cuenta de las interacciones que se presentan en una situación específica? El análisis de la conducta, asume en concordancia con la teoría de la evolución por selección natural, que una vez que aparece una variación esta pertenece al presente de la especie. Para el caso de las funciones de la conducta, una vez que se establece un modo relacional, este forma parte ahora de los modos de relación con esa condición estimular – una vez que se aprende a montar en bicicleta no se desaprenderá – ahora forma parte de mis actividades.
¿Por qué, todo lo que se hace parece ordenado y coherente? Una morfología, como se dijo antes, establece relaciones con múltiples condiciones de estímulo simultáneamente; como en el ejemplo de ver verde. No solo hay una interacción fisicoquímica, sino que también hay una relación con medios convencionales, puedo hablar del verde, puedo escribir sobre el verde, puedo hacer un dibujo.
 ¿Por qué se presenta una interacción y no otra? Como seres vivos siempre estamos inmersos en actividades (en interacciones). Sin embargo toda actividad es dinámica casi que por definición y quizás para entender esto, pueda resultar práctico pensar en la manera como se relaciona una melodía con los distintos pasos de un baile, nótese que unos pasos van de primero y otros de último, y si este orden se pierde por algún motivo, el baile puede verse mal, aunque en algunas ocasiones puede resultar en una mejora. Es decir, el que se presenten ciertas actividades y no otras es un asunto de responder a distintos criterios situacionales, no un asunto de algún a priori.
¿Pueden cambiar las formas de interacción ya establecidas? De hecho cambia, lo vemos en la vida cotidiana, cambian en la medida que se establecen formas de interacción que permiten un mejor ajuste a los criterios de la “buena forma”, para usar un término propio de la Gestalt.
Para concluir, la psicología del desarrollo, se ocupa de hacer comprensible la forma como las distintas funciones conductuales se integran en un todo coherente – Cómo se configura ese YO del que hablan otras alternativas teóricas.
Tiberio Pérez Manrique

Skinner, B.F. (1991). El análisis de la conducta: una visión retrospectiva. España: Limusa.

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