“For instance, if the P3 indexes emission of a
response, it could be useful to assess if the listener behaves verbally by
emitting covert behavior echoics (Schilinger,2008) and if the mnemonic behavior of remembering
constitutes a form of problem solving (Palmer, 1991) “
La
anterior cita, es un reflejo de la discusión que se presento en el análisis de la conducta,
entre conducta abierta y conducta encubierta. Esta discusión obedece todavía a
una concepción dualista de lo psicológico, heredada de Descartes y aún no
superada. Aquí se consideraba que el problema de lo psicológico era básicamente
un problema tecnológico, es decir, que al aumentar los niveles de resolución de
los instrumentos, lo psicológico se haría como en una tomografía; o como se
plantea ahora, en Eventos relacionados a Potenciales de respuesta –ERP- claramente visible. Interpretaciones como
estas, obligan a los analistas de la conducta a explicitar los criterios de
distinción entre lo psicológico y lo estructural.
La
categoría psicológica es una categoría relacional, es decir, que los eventos
que se incluyen en ella, no son propiedades de un objeto, tales como peso,
masa, características atómicas, eléctricas u otras por el estilo. Implica entonces
que hacer un análisis de los fenómenos psicológicos como si se tratara de
propiedades de objetos no es lo más indicado.
Si lo
psicológico es un evento relacional, este no puede analizarse con independencia
del contexto en el que ocurre, o del campo de su ocurrencia. Sin embargo,
prototipos experimentales como –presión de la palanca- con la que la mayoría de analistas de la
conducta estamos familiarizados, ha dado margen considerar que el objeto de análisis psicológicos es la acción como producto (de hecho, su
medida es de producto –5 repuestas por minuto-) y todos los análisis se dirigen
al control de “calidad” del producto.
Un
análisis de lo psicológico, con énfasis en su carácter de interactividad, se
centra en las reactividades organismicas y el establecimiento de sus funciones
respecto de las funciones estimulares de los objetos, o ambiente. En el caso de
presión de la palanca, las reactividades
son múltiples, motrices, visuales, táctiles, incluso auditivas. Coordinadas estas
reactividades por las condiciones estimulares del objeto, tales como peso de la
palanca, textura u otras. Ahora, esta interacción se inserta en un contexto que
regula su ocurrencia; por ejemplo, en la triple relación de contingencia, la
comida y el estímulo discriminativo es contingente a su ocurrencia. Pero
además, existen otros elementos del contexto que determinan su ocurrencia, como
es, las horas de privación, drogas que se aplique al organismo, otras
actividades disponibles.
El caso
humano, un episodio verbal, como interacción, comprende las reactividades del
organismo (morfologías convencionales para el caso), el referente u objeto
estimular (las propias morfologías, que ahora cumplen la función de objeto
estimular, o las morfologías de oyente o referido, para el caso.). La
ocurrencia del episodio verbal, se inserta en un contexto a lo que Wittgenstein
llama –juego de lenguaje.
Finalmente,
una aproximación más coherente entre psicología y neurociencias, necesita
alejarse de la interpretación reduccionista y abordar la relación con base en
una categoría de eventos disposicionales, en el sentido de Ryle (una cosa es un
episodio de rumiar y otra es una estructura de rumiante; una cosa es estar
resolviendo una ecuación y otra es un ERP). Los eventos psicológicos ocurren en
un organismo, pero éste es un evento disposiciones como lo es el ambiente, que
hace posible que la relación como evento psicológico ocurra.
Tiberio Pérez Manrique
Referencias
Palmer, D.C. (1991). A behavioral interpretation of memory. En L. J.
Hayes & P. N. Chase (Eds.). Dialogues
on verbal behavior (pp. 261-279). Reno, NV: Context Press.
Schelinger, H. D. (2008).
Listening is behaving verbally. The
Behavior Analyst, 31, 145-161.
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