El tema de epidemiología conductual aparece
en la literatura científica por los años de 1970, principalmente para referirse
a las relaciones que se puedan dar entre la conducta y la salud. La investigación
en este campo buscó relacionar, por ejemplo, la exposición a programas de
violencia con la conducta agresiva, o relacionar la conducta de fumar con el
cáncer de lengua; calculados a partir de las proporciones de numero de personas
que ven programas violentos/número de personas que presentan conductas
agresivas; o número de personas que presentan cáncer de lengua/ el número de
personas que fuman.
La relación que la epidemiología conductual
ha establecido con la salud, ha resultado altamente productiva, y esto porque
la conducta media los estados de enfermedad, puesto que es mediante las
interacciones, que el organismo se expone a situaciones de riesgo, o se aleja
de éstas, incluso, produce efectos preventivos de vulnerabilidad biológica a la
enfermedad.
Para que la alianza entre conducta y salud,
se siga afianzando, se requiere de una práctica de la medicina basada en la
evidencia y de una psicología basada en la evidencia. Básicamente porque esta relación resulta de
los estudios estadísticos de normalidad o anormalidad; mediante la cual, se
pone en relación un conjunto de episodios con otro conjunto de episodios, que
tienen ocurrencia en espacio y tiempo. Es decir, aquí no se supone una relación
causal, en donde la conducta se postule como causa de la enfermedad; más bien
se trata de relaciones condicionales, por ejemplo, algunas interacciones del
organismo son condicionales de enfermedad o salud.
Conducta y salud, son categorías analíticas
mediante las que se significan eventos y en esta lógica, la categoría de salud
incluye eventos conductuales que se relacionan con los criterios de enfermedad.
Estos eventos conductuales incluyen no sólo su ocurrencia sino también su
frecuencia y modo. Ahora, la conducta al considerarse como un acto, esto es,
una relación entre actividades del organismo y funciones estimulares del ambiente,
ella por sí misma, no puede postularse como causa de la enfermedad, sino como
un medio que regula los estados de salud o enfermedad del organismo. Por lo
anterior es que las políticas y prácticas preventivas de la enfermedad, deben
dirigirse principalmente al estudio de las contingencias “saludables” o
contingencias que tengan consecuencias no saludables.
La invitación en esta pequeña nota es para
quienes trabajan en salud, bajo una mirada del análisis de la conducta, para
que propongan investigaciones en este campo y mediante la metodología de la
Behavioral Epidemiology.
Tiberio Pérez Manrique
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