Descartes hizo distinción entre conciencia animal y conciencia
reflexiva, o conciencia de la propia conciencia, y que era propia de los
humanos. La siguiente cita se refiere a esta distinción:
“Los
animales no ven como nosotros cuando nos damos cuenta de lo que vemos, sino que
ven como cuando tenemos la mente en otra parte. En ese caso, las imágenes de
los objetos externos se representan en nuestra retina y tal vez las impresiones
que producen en los nervios ópticos sean la causa de que nuestros miembros
realicen diferentes movimientos aunque no nos demos cuenta de ellos.” (Citado
por Gaukroger, 1995, pp. 282- 325).
“Justificationists want scientific theories to be proved before they are
published. Probabilists hope a machine can flash up the degree of confirmation
of a theory given the evidence. Falsificationists hope that the elimination of
a theory is the verdict of experiments. All these theories of instant rationality
– and instant learning – fail”. (Lakatos, 1970, pp.
174-175).
La preocupación por hacer distinción entre “los argumentos verdaderos
y los argumentos falsos” es quizás el origen del conocimiento mismo. Fueron los
griegos quienes documentaron y registraron las primeras discusiones al
respecto. Tanto Sócrates, Platón,
Aristóteles, como Parménides y muchos más, hicieron referencia a la posibilidad
de establecer criterios universales mediante los cuales se pudiera diferenciar
entre doxa y episteme sin que hasta la fecha el problema haya tenido un final
feliz. Por lo general, cuando esto sucede, se recomienda examinar los
fundamentos que originaron el problema, puede que desde su planeamiento, se
trate de un problema mal planteado y en
este caso se trataría de un seudo-problema. Sin embargo, es claro que
cotidianamente estamos haciendo juicios sobre lo verdadero o lo falso; si es
verdad que vi a mi amigo ayer o si es falso, si un fenómeno sucede o no sucede.
Entonces tal vez, la ambigüedad, surge porque los criterios de
verdad se plantearon en términos de encontrar criterios universales, bajo el
supuesto de que la realidad contiene esencias únicas, que nos revelan un significado
absoluto y trascendente a la realidad misma (i.e., Platón y su concepción de
ideas universales), de ahí que se hizo también distinción entre realidad y
apariencia como dos fenómenos distintos; vivimos en un mundo de realidades y
fantasmas.
Sin embargo, podemos plantearnos el problema en otros términos.
Partiendo del supuesto de que el conocimiento es un suceso propio de los seres
vivos. En la historia del hombre, esto se ha tratado de diversas formas; se ha
hecho referencia en términos de experiencia, vivencia, reactividad biológica. Descartes,
como lo indica la cita de Gaukroger, distinguió dos modos de conocimiento;
conciencia animal y conciencia humana. Aristóteles por su parte se refirió a el
sentir, como una forma universal de
conocimiento propio de los seres vivos, y
que comprendía las formas no desligables de la estructura, tales como ver, oír,
u otras. Se refirió también a otra clase de conocimiento, como intelectivo y
comprendía las formas desligables de la estructura (del cuerpo), por ejemplo,
si bien los humanos tienen la posibilidad interactiva de emitir sonidos, y
hasta ahí, el sonido es forma no desligable del cuerpo, pero, cuando el sonido
se vuelve registro (se convierte en acto convencionalizado), es ahora una forma
desligada del cuerpo y que puede usarse en distintos contextos o, lo más
importante, puede ser usada por otros humanos. Con el propósito de facilitar la
comprensión del problema, se presenta en el siguiente esquema:
(X
Y)
(Z,V,T)
En el esquema, X e Y, representan dos
eventos relacionados (e.g., ver, implica el ojo y su relación con un objeto que
refleja la luz). Dada la interacción entre X
e Y, se pueden realizar diversos posibles actos, Z,V,T; actos éstos que
adquieren relevancia ya no respecto de la interacción, X e Y, sino respecto de
múltiples contextos – se trata de la conciencia reflexiva de Descartes, o el
conocimiento intelectivo de Aristóteles. Ribes lo expresa en los siguientes
términos:
En cambio, el lenguaje, como conjunto de
formas sin substancia, puede actualizarse sobre si mismo, y lo puede hacer
justamente porque es separable en principio de la corporeidad de aquel que
hablando, leyendo, o escribiendo reflexiona sobre lo que habla, lee o escribe y
de aquello sobre lo que se habla, lee o escribe. Esta separabilidad del
inteligir como lenguaje respecto del cuerpo del que intelige y del cuerpo sobre
el que se intelige, es lo que hemos denominado desligamiento funcional de la
conducta lingüística (Ribes y López, 1985).
De ahí, entonces, el conocimiento no es
“el fantasma” de la realidad, se trata de las actividades Z,V,T, que adquieren
una historia que configura sus criterios de ocurrencia y de significación de la
realidad. Estas acciones, no son ni verdaderas ni falsas, tan solo son
pertinentes, o se ajustan a criterios que actualizan su historia. Así, habrá
tantas verdades o criterios de justificación como historias se actualicen.
Tiberio Pérez Manrique
Referencias
Gaukroger, S. (1995). Descartes: An intellectual biography. Oxford: Clarendon Press.
Lakatos, I. (1970). Falsification and
methodology of scientific research programmes. En I lakatos & C. Musgrave
(Eds.). Criticims and the growth of
knowledge (pp. 91-196). Cambridge University Press.
Ribes E. y López V. F. (1985). Teoría de
la conducta: Un análisis de campo y paramétrico. México: Trillas
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