martes, 20 de agosto de 2013

¿De qué hablamos cuando hablamos de verdad, cuando el criterio de correspondencia se ha puesto en tela de juicio como criterio de verdad?




Descartes hizo distinción entre conciencia animal y conciencia reflexiva, o conciencia de la propia conciencia, y que era propia de los humanos. La siguiente cita se refiere a esta distinción:
“Los animales no ven como nosotros cuando nos damos cuenta de lo que vemos, sino que ven como cuando tenemos la mente en otra parte. En ese caso, las imágenes de los objetos externos se representan en nuestra retina y tal vez las impresiones que producen en los nervios ópticos sean la causa de que nuestros miembros realicen diferentes movimientos aunque no nos demos cuenta de ellos.” (Citado por Gaukroger, 1995, pp. 282- 325).

“Justificationists want scientific theories to be proved before they are published. Probabilists hope a machine can flash up the degree of confirmation of a theory given the evidence. Falsificationists hope that the elimination of a theory is the verdict of experiments. All these theories of instant rationality – and instant learning – fail”. (Lakatos, 1970, pp. 174-175).


La preocupación por hacer distinción entre “los argumentos verdaderos y los argumentos falsos” es quizás el origen del conocimiento mismo. Fueron los griegos quienes documentaron y registraron las primeras discusiones al respecto. Tanto  Sócrates, Platón, Aristóteles, como Parménides y muchos más, hicieron referencia a la posibilidad de establecer criterios universales mediante los cuales se pudiera diferenciar entre doxa y episteme sin que hasta la fecha el problema haya tenido un final feliz. Por lo general, cuando esto sucede, se recomienda examinar los fundamentos que originaron el problema, puede que desde su planeamiento, se trate de un problema mal planteado  y en este caso se trataría de un seudo-problema. Sin embargo, es claro que cotidianamente estamos haciendo juicios sobre lo verdadero o lo falso; si es verdad que vi a mi amigo ayer o si es falso, si un fenómeno sucede o no sucede.
Entonces tal vez, la ambigüedad, surge porque los criterios de verdad se plantearon en términos de encontrar criterios universales, bajo el supuesto de que la realidad contiene esencias únicas, que nos revelan un significado absoluto y trascendente a la realidad misma (i.e., Platón y su concepción de ideas universales), de ahí que se hizo también distinción entre realidad y apariencia como dos fenómenos distintos; vivimos en un mundo de realidades y fantasmas.
Sin embargo, podemos plantearnos el problema en otros términos. Partiendo del supuesto de que el conocimiento es un suceso propio de los seres vivos. En la historia del hombre, esto se ha tratado de diversas formas; se ha hecho referencia en términos de experiencia, vivencia, reactividad biológica. Descartes, como lo indica la cita de Gaukroger, distinguió dos modos de conocimiento; conciencia animal y conciencia humana. Aristóteles por su parte se refirió a el sentir, como una forma universal de conocimiento  propio de los seres vivos, y que comprendía las formas no desligables de la estructura, tales como ver, oír, u otras. Se refirió también a otra clase de conocimiento, como intelectivo y comprendía las formas desligables de la estructura (del cuerpo), por ejemplo, si bien los humanos tienen la posibilidad interactiva de emitir sonidos, y hasta ahí, el sonido es forma no desligable del cuerpo, pero, cuando el sonido se vuelve registro (se convierte en acto convencionalizado), es ahora una forma desligada del cuerpo y que puede usarse en distintos contextos o, lo más importante, puede ser usada por otros humanos. Con el propósito de facilitar la comprensión del problema, se presenta en el siguiente esquema:

  (X     Y)                    (Z,V,T)

En el esquema, X e Y, representan dos eventos relacionados (e.g., ver, implica el ojo y su relación con un objeto que refleja la luz).  Dada la interacción  entre  X e Y, se pueden realizar diversos posibles actos, Z,V,T; actos éstos que adquieren relevancia ya no respecto de la interacción, X e Y, sino respecto de múltiples contextos – se trata de la conciencia reflexiva de Descartes, o el conocimiento intelectivo de Aristóteles. Ribes lo expresa en los siguientes términos:
En cambio, el lenguaje, como conjunto de formas sin substancia, puede actualizarse sobre si mismo, y lo puede hacer justamente porque es separable en principio de la corporeidad de aquel que hablando, leyendo, o escribiendo reflexiona sobre lo que habla, lee o escribe y de aquello sobre lo que se habla, lee o escribe. Esta separabilidad del inteligir como lenguaje respecto del cuerpo del que intelige y del cuerpo sobre el que se intelige, es lo que hemos denominado desligamiento funcional de la conducta lingüística (Ribes y López, 1985).
De ahí, entonces, el conocimiento no es “el fantasma” de la realidad, se trata de las actividades Z,V,T, que adquieren una historia que configura sus criterios de ocurrencia y de significación de la realidad. Estas acciones, no son ni verdaderas ni falsas, tan solo son pertinentes, o se ajustan a criterios que actualizan su historia. Así, habrá tantas verdades o criterios de justificación como historias se actualicen.
Tiberio Pérez Manrique
Referencias

Gaukroger, S. (1995). Descartes: An intellectual biography. Oxford: Clarendon Press.
Lakatos, I. (1970). Falsification and methodology of scientific research programmes. En I lakatos & C. Musgrave (Eds.). Criticims and the growth of knowledge (pp. 91-196). Cambridge University Press.
Ribes E. y López V. F. (1985). Teoría de la conducta: Un análisis de campo y paramétrico. México: Trillas