martes, 17 de enero de 2012

El tiempo, la novedad y el descubrimiento en Psicología

“Tanto Aristóteles como Newton creían en el tiempo absoluto. Es decir, ambos pensaban que se podía afirmar inequívocamente la posibilidad de medir el intervalo de tiempo entre dos sucesos sin ambigüedad, y que dicho intervalo sería el mismo para todos los que lo midieran, con tal que usaran un buen reloj. El tiempo estaba totalmente separado y era independiente del espacio. Esto es, de hecho, lo que la mayoría de la gente consideraría como de sentido común. Sin embargo, hemos tenido que cambiar nuestras ideas acerca del espacio y del tiempo” (Hawking, 1995).
¿Qué pasaría si hubiéramos podido influir en el curso del big bang? Seguramente la historia del universo sería distinta. Esta misma pregunta se puede formular en el campo de la psicología. ¿Qué pasaría si pudiéramos influir, desde el nacimiento, en el curso de las interacciones de los seres vivos? La diferencia en la respuesta respecto de la física, es que en las historias de vida es más factible influir que en la historia del universo. Y no es que no se pueda influir en el curso del universo, solo que la interacción de los eventos que lo modifican escapan a cualquier tiempo vital, ejemplo de ello es el calentamiento global o la perdida de la energía del sol, de cuyas consecuencias no podremos dar cuenta directa.
A la psicología, casi desde que aparece se le critica su pretensión de ser una ciencia, con el argumento de que lo que ésta podría estudiar son hechos ya conocidos, no hechos nuevos y que por lo tanto carece de la posibilidad de hacer descubrimientos. Sin embargo, quienes así opinan, necesitan considerar que tanto lo que se descubre como la novedad no se refiere a sucesos que han estado siempre ahí, a la espera de un observador que de cuenta de ellos, o de sus propiedades, sino del curso o historia de los eventos. Lo que ocurre es que, a diferencia de la física, la psicología continúa describiendo su campo de problemas mediante categorías absolutas e independientes, de tiempo y espacio, lo que significa que hemos hecho una psicología sin historia.
Considérese el siguiente ejemplo: Un objeto se encuentra en la posición A, y éste mismo objeto luego se encuentra en la posición B. Para describir estos dos sucesos podemos hacerlo mediante las leyes de la física, mediante las cuales se establece cómo fue que ocurrió el cambio en la posición, es decir, la posición B, solo es posible dada la posición A. Aquí el tiempo y el espacio se determinan mutuamente, es obvio que si el objeto no cambia de lugar no se puede hablar de tiempo ni de espacio. Las leyes científicas lo que especifican son las condiciones de tiempo y espacio de los sucesos, de ahí el carácter predictivo de las leyes. Es por esto, que tiempo y espacio son categorías analíticas mediante las cuales describir cualquier suceso digno de interés científico.
En Psicología sin embargo, se considera que los “fenómenos mentales” se pueden situar en el tiempo pero no en el espacio, en tanto que los sucesos del cuerpo se suceden en el espacio. De esto resulta que los sucesos mentales se consideran autogenerados, por generación espontánea, o como se dice popularmente, resultan de la auto-reflexión, por lo que la posibilidad de las leyes que los explique automáticamente se cancela. Es decir, la psicología no puede ser una ciencia.
Ahora, si las leyes se basan principalmente en la especificación de las condiciones que sitúan un suceso en el tiempo y en el espacio, y aceptando que en psicología los sucesos de interés son los de la conducta, entonces las leyes buscarán dar cuenta de la distribución temporal y espacial de la conducta. Consideradas así las leyes, del comportamiento en este caso, la ley del efecto y las relaciones contingenciales, se constituyen en instrumentos analíticos mediante los cuales situar de forma científicamente aceptable, los sucesos psicológicos. Y puesto que la conducta se comprende como la interacción del organismo entero con un objeto estímulo, el comportamiento delimita la condición espacial y dada la estructura fisicoquímica del espacio, el tiempo de la conducta queda delimitado por las relaciones contingenciales. Así que será posible determinar el cómo de la distribución temporal de la conducta, es decir sus leyes, lo que le da a la psicología su carácter de ciencia y la novedad resulta de los distintos modos contingenciales.
Tiberio Pérez Manrique

Hawking, S. W. (1995) Historia del tiempo: del big bang a los agujeros negros. Barcelona. Crítica.